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4 de agosto de 2019

Excursión al Parque Geológico de Chera

                                                Por Jaime López y Sonia Riera

El pasado 15 de mayo El Erizo Agudo acompañó a los alumnos de 4º de ESO del IES Molí del Sol al Parque Geológico de Chera, un espacio natural situado entre las comarcas valencianas de la Plana de Requena-Utiel y la Serranía, y que  ofrece la oportunidad única de conocer una parte importante de la geología de la provincia, además de acercarnos a su biodiversidad. Fuimos más de 50 alumnos, 3 profesores, un buen amigo zoólogo de la zona —y que se la conoce mejor que nadie— y, por supuesto, un erizo. Teníamos como misión salir del libro y de los apuntes de clase para tocar y sentir la Naturaleza, y ¡allá que nos fuimos!

"El Erizo Agudo" (Jaime y Sonia) en Chera 
Lo primero siempre es documentarse bien, así que nuestra primera  parada fue el museo del parque en la misma población de Chera. Gracias a los paneles informativos y a una maqueta en relieve, pudimos entender perfectamente la característica más singular de la zona: se trata de una extensa y alargada fosa tectónica —un hundimiento debido a la asociación de varias fallas— rodeada de picos originados durante el plegamiento Alpino, hace tan solo unos 65 millones de años. Pudimos también identificar nuestro recorrido que, transcurriendo por parte de la fosa y pasando por las Cuevas de la Garita, había de llevarnos al castillo. Un consejito: si alguna vez vais a este paraje, no dejéis de visitar el museo, os ayudará a mirar con ojos de geólogo y apreciaréis mucho mejor el entorno. Además, también hay vitrinas con rocas y con fósiles marinos (sí, he dicho marinos), porque antes del plegamiento la zona estuvo cubierta por las aguas del antiguo mar de Tetis.

Después de estirar las patas (eso el erizo) y almorzar (eso todos), nos pusimos en marcha. Avanzamos por la senda, entre  pinos, carrascas, enebros, lentiscos, romeros, coscojas..., en un campo salpicado de amapolas y flores de todos los colores. Paramos en algunas fuentes,  como las del Barrio, Gabriel y Gorda, para refrescarnos y llenar las cantimploras, y vimos todo tipo de insectos: escarabajos, chinches, abejas, abejorros y mariposas, atareados en sus quehaceres diarios. También ranas, lagartijas y hasta el llamativo lagarto ocelado se dejaron ver, y muchas aves —como el ruiseñor— se dejaron escuchar.

Una pareja de escarabajos Oxythyrea funesta atareados en sus quehaceres sobre la madreselva (Lonicera implexa)

Y así, cuando más calentaba el sol , llegamos al punto álgido de la excursión: El Chorrero y Las Cuevas de la Garita. Un paraje de ensueño, donde los sonidos de la cascada y su entorno eran ingredientes perfectos para un día de relax. Pero nosotros no veníamos a descansar, sino a aprender sobre el terreno: estábamos junto a una formación de roca travertínica de 20 metros de espesor, desarrollada al precipitar el carbonato cálcico de aguas de origen kárstico sobre la vegetación, al aflorar al exterior. 

Al pie del Chorrero, bajo la sombra de los cerezos, repusimos fuerzas para luego seguir subiendo hasta llegar al salto de agua origen de la cascada, y a la falla del Castillo de donde manaba el agua.

La compañía pasando sobre la formación travertínica de las cuevas de la  Garita y el Chorrero

¡Menuda excursioncilla! Hubo quien se llevó de recuerdo unas estupendas agujetas, muchos hicieron fotos de la vegetación, la fauna y la geología, pero todos disfrutamos de una estupenda experiencia que esperamos volver a repetir. Os animo a conocer la zona seguidores, y si por allí os cruzáis con algún erizo dadle recuerdos de su primo fan de la Ciencia.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por la labor de divulgación.
    Una excursión fantástica para enamorarse de la Geología.
    Felicidades!!

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