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31 de marzo de 2018

Párate a mirar


Todos los días pasas por su lado y es posible que todavía no te hayas parado un par de minutos



Son fotos hechas con la técnica del “microfotodigiscoping” que nos enseñó Iván Moya el curso pasado y que muchos de vosotros ya conocéis y habéis practicado en el laboratorio (de hecho algunas están hechas por el alumnado). Para estar hechas con el móvil y a pulso están muy pero que muy bien, ¿verdad? Desde que lo pusimos en la pared “del pasillo de la Ciencia” (2º piso, frente al departamento de Biología y Geología), sois muchos los que os habéis interesado y preguntado por ellas…


   “¿Qué es ese palo negro que se ve en la mayoría de las fotos?”

        Pues el puntero del ocular del microscopio, que siempre indica el centro de la preparación. Las que no lo tienen es porque están hechas con la lupa binocular.

      ¿Por qué algunas aparecen azules o verdes, están coloreadas?

 Los que alguna vez habéis estado en el laboratorio trabajando con el microscopio ya lo sabéis, a veces hace falta teñir las preparaciones. Las células normalmente no tienen color, por lo que si no lo hiciéramos no veríamos nada. En este caso utilizamos colorante azul de metileno, que es de los más comunes. Quiero aclaraos que la de color verde manifiesta su color real, recordad que los cloroplastos están llenos de una sustancia  de ese color, la Clorofila, que es fundamental en la fotosíntesis de los vegetales.

   ¿Los bichos estaban vivos?

Depende. El Piojo lo teníamos en un botecito conservado en alcohol desde hace un tiempo, pero el Copépodo y la Pulga de Agua estaban vivitos y coleando en el momento de hacer la foto (forman parte de la microfauna que podemos encontrar en una gota de agua de una charca). Respecto a los huevos de Insecto Palo, estaban recién puestos por nuestra población de hembras partenogenéticas criadas en el laboratorio (otro día os explico lo que es la partenogénesis…).

Y por último…

¿De dónde habéis sacado el piojo? ¿De qué profesor es la sangre?

        Eso nos lo reservamos, los científicos también tenemos nuestros secretillos…