¡Azúcar!

                                                                                          Por Sonia Riera

Aunque este es un blog de Ciencia y a los que aquí colaboramos nos une el interés por la divulgación del verdadero conocimiento científico, he de confesaros algo: he utilizado terapias  alternativas para tratar a mis hijos cuando eran pequeños. He impuesto mis manos sobre sus heridas y golpes mientras recitaba “sana, sana, culito de rana”, y han sanado; les he dado granadina y píldoras de azúcar cuando les dolía el estómago o la cabeza, y se les ha pasado… Sí, lo confieso, yo también he utilizado pseudoterapias y me han funcionado. No os miento, tengo testimonios reales, podéis preguntarles a ellos ahora que ya son adultos. 

Durante generaciones, las madres hemos utilizado estos remedios y otros similares, y nos han funcionado. Son tratamientos tradicionales, milenarios, inocuos y sin efectos secundarios (aunque lo mismo es porque tenemos superpoderes, como tomarnos yogures caducados sin envenenarnos o hacer montones de cosas a la vez). Si alguien me pregunta, le recomendaré usar estos remedios con sus hijos, "a mí me funcionó" diré, y no habré mentido. 

Supongo que hasta aquí todos de acuerdo. Pero si ahora yo afirmara que  el "cura sana" es una terapia médica, o que la granadina es una medicina, eso ya sería otra historia. Es verdad, funcionaba, pero por el efecto placebo que producía en mis hijos la atención de su madre. Por mi parte, estos remedios solo los utilizaba para pequeñas lesiones o enfermedades leves; si la cosa iba a más, siempre acudía a la ciencia médica (a su pediatra). Haber hecho otra cosa hubiera sido una irresponsabilidad y un peligro para los niños, y creo que eso todos lo tenéis claro. Respecto a por qué una madre no se envenena con un yogur caducado... mejor lo dejamos para otro momento.

¿Y por qué os cuento esto? 

Intento haceros ver cómo funciona la homeopatía. Una pseudoterapia desarrollada por un médico alemán en el s.XVIII y que, aunque se vende en farmacias, no ha demostrado en ningún ensayo científico funcionar más allá de como lo hace un placebo.

Suele presentarse en pequeños gránulos de azúcar, que son impregnados por agua que —según el fabricante— en algún momento contuvo un principio activo, pero que se diluye tanto, tanto, tanto que, aunque al final el principio activo es inexistente, guarda memoria del mismo. ¡Ah! Y se me olvidaba: se basa en el principio homeopático de "lo semejante cura lo semejante", por lo que si tienes dolor de cabeza la dilución habrá de ser de algo que lo provoca, y si tienes insomnio será de algo que te impida dormir. Eso sí, todo ello —azúcar salpicada con agua— a precios que pueden llegar a los 80 euros.

Ni el "cura sana" ni la homeopatía curan; cura el efecto placebo (como en otras terapias alternativas).

Que "a mi me funcione" no significa que "funcione" para todos. 

Y no es un tratamiento inocuo sin efectos secundarios, porque si por ello no acudes al médico, o dejas el verdadero tratamiento no sanarás y, en el peor de los casos, si se trata de una enfermedad grave, perderás la vida.