Así
comienza un famoso poema de Gustavo Adolfo Bécquer, quien sabría de la llegada
de estas aves al inicio de la primavera. En efecto, se trata de aves estivales,
que vienen cada año desde África para pasar la primavera y el verano en
nuestras latitudes, donde encuentran unas condiciones adecuadas para su
reproducción.
Volverán
las oscuras golondrinas
en
tu balcón sus nidos a colgar,
y
otra vez con el ala a sus cristales
jugando
llamarán.
Pero,
¿se referiría el poeta a las golondrinas únicamente o también a otras aves de
aspecto similar como los aviones comunes? El caso es que mucha gente no conoce
las diferencias entre golondrinas, aviones y vencejos; así que esta entrada del “erizo agudo” tratará de
arrojar algo de luz al respecto.
Empezaremos
comentando las diferencias entre golondrinas y aviones. Tanto unas como otros
pertenecen a la familia Hirundinidae, formada por pajarillos relativamente
pequeños, pero de vuelo incesante y de vida fundamentalmente aérea, medio en el
que encuentran los insectos que continuamente necesitan ingerir para mantener
su metabolismo.
Las
golondrinas, siendo las más abundantes y conocidas la comunes (Hirundo
rustica), se caracterizan por tener una cola larga y muy ahorquillada. Sin
embargo, en el caso de los aviones comunes (Delichon urbicum), su cola
es más corta y menos ahorquillada. Además, los aviones tienen obispillo blanco
(zona dorsal justo sobre la cola) y su garganta es blanca, mientras que las
golondrinas comunes carecen de obispillo blanco y su cara es roja oscura.
También
existen diferencias en cuanto al nido que construyen. En ambos casos lo hacen
con barro y tienen forma de cuenco, pero en el caso de las golondrinas, la
parte superior queda abierta y lo suelen situar debajo de zonas cubiertas como
aleros de techos en corrales, patios o porches. Sin embargo, los nidos de los
aviones están cerrados por arriba, y suelen ser abundantes en el exterior de muchas fachadas, aprovechando aleros o balcones.
Golondrina común
Con
algunas similitudes, pero de otra familia llamada Apodidade, tenemos a los
vencejos. Se diferencian de golondrinas y aviones por sus alas más largas y
“afiladas”, en forma de guadaña y por el hecho de tener unas patitas tan
pequeñas que no les permiten ni posarse. De hecho, los vencejos nunca se posan
(de ahí viene el nombre del género Apus), a diferencia de golondrinas y
aviones, excepto para poner los huevos e ir a alimentar a las crías, pudiendo
dormir e incluso copular en el aire. Los vencejos comunes (Apus apus)
tienen un color uniforme oscuro, excepto en la zona de la garganta que es
pálida. También se diferencian de los Hirundinidade por el hecho de no
construir un nido de barro, sino que utilizan huecos y grietas bajo tejas o en
paredes.
Vencejo común
Por
tanto, respecto a estas aves, las 3 especies más comunes serían las ya
comentadas, aunque aquellos/as más observadores/as rápidamente identificarán
otras especies como las golondrinas dáuricas (Cecropis daurica) o los
vencejos pálidos (Apus pallidus). O incluso podrán observar que en
ciudades costeras como Valencia, en invierno también hay aviones, aunque en
este caso son los llamados aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) que
invernan cerca de la costa.
¿Y
por qué habríamos de respetarlas? Pues por un lado porque su presencia alegra
nuestro espíritu añadiendo color a nuestras ciudades y peublos, permitiéndonos
mantener el contacto con la naturaleza aún cuando vivamos rodeados de coches y
grandes edificios. Y porque además, su presencia es el mejor y más “ecológico”
insecticida, pues consumen cantidades enormes de mosquitos.
Sin
embargo, a pesar de lo beneficiosas que son, estas aves tienen muchas
dificultades para encontrar lugares en los que nidificar. Esto es debido a que
muchos edificios se reforman o se construyen de tal manera que quedan menos
huecos para que estas aves coloquen sus nidos o incluso hay quien los destruye
voluntariamente, a pesar de que están protegidos por la Ley. Es cierto que
pueden ensuciar un poco, pero existen métodos muy sencillos que permiten resolver el problema fácilmente,
como la colocación de bandejas metálicas o de madera debajo del nido.
Nosotros
en el instituto Molí del Sol, tenemos la suerte de contar con unos cuantos nidos
de avión común, que son ocupados cada año a la llegada de la primavera. Allí,
sobre la fachada del instituto, de cara al patio, los aviones sacarán adelante
una nueva generación, mientras alumno/as y profesores/as, ajenos a su
actividad, estamos inmersos en la nuestra.
Ojalá
que estas líneas sirvan, para que un día alguno/a de vosotros/as invierta unos
segundos de cualquier tarde o incluso del patio, observando y disfrutando de
los acrobáticos vuelos de estas hermosas compañeras, y teniendo una mejor predisposición
a su conservación, que en definitiva es la de nuestro planeta. Así pues,
contribuyamos a que a pesar de todas las adversidades a las que se enfrentan
cada año, las golondrinas, aviones y vencejos vuelvan a nuestras ciudades y
pueblos...
Bibliografía:
-
Svensson L., Mullarney K. Y Zetterström D. Guía de aves de España, Europa y
región mediterránea. 2010. 2ª Edición. Omega, Barcelona.
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